ARMANDO RODRIGUEZ, PRIMER UMPIRE LATINOAMERICANO ACABA DE LLEGAR A GRANDES LIGAS

ARMANDO RODRIGUEZ, PRIMER UMPIRE LATINOAMERICANO ACABA DE LLEGAR A GRANDES LIGAS

Sport Gráfico Nº 148, 2de febrero de 1968

JOTA VE

 Desde luego, será una buena información para las primeras páginas deportivas de todo Latinoamérica y los Estados Unidos, pero, especialmente para El Caribe. Ese hombre será el cubano Armando Rodríguez.

"SPORT GRAFICO" se adelanta hoy. Como es natural, solamente podemos (o debemos) decir que Armando Rodríguez llegará a las Mayores. Pero una cosa es cierta, dentro de pocos días él se reportará al spring training de los umpires que trabajan en el big show. Si se queda o nó, allá arriba, de una vez, será cuestión de verse. No obstante, lo cierto es que él está encaminado, directamente, hacia los diamantes del big show.

Armando acaba de terminar su temporada 1967-68 en Caracas, Maracay, Valencia y Barquisimeto. Ahora está en pleno play off. Una noche, después de su trabajo en el Universitario, comentando una jugada... y la otra. Saboreando un buen filete preparado a la cubana y disfrutando de la amabilidad de este gigante bonachón, surgió la entrevista.

Antes de ponerlo a hablar, es bueno que se enteren: Nació en Matanzas, el seis de diciembre de 1922. Eso quiere decir que ha cumplido cuarenta y cinco años.

Como era de suponer, fue jugador de béisbol. Lo recuerda así:

—Jugué con el Deportivo Matanzas, en la máxima categoría amateur de Cuba. Estaban también en ese equipo, Sandalio Consuegra, Limonar Martínez, Andrés Fleytas

¿Qué posición jugabas?

—Pitcher y primera base. ¡Ah!, este Izquierdo, de los Tigres, fue mi catcher en el "Hershelyz" por qué no seguiste jugando?

—Sufrí la fractura de la pierna derecha: en 1942, jugando con el "Hershelyz" el "Cienfuegos". Me tiré en home de y me partí los huesos.

¿Resolviste hacerte umpire inmediatamente?

—La verdad es que pensaba seguir jugando. Pero no quedé bien. Entonces Amando Maestri me dijo: "Te recomiendo que te hagas es umpire. En Cuba hay pocos..."

— Como hiciste?

—Bueno, me dieron las Reglas, las leí, y estudié y un día me vestí de azul para arbitrar un partido amateur, desde luego.

 ¿Ya cobrabas?

—Sí, sí, yo fui profesional desde que comencé a arbitrar. Me pagaban doce dólares por cada juego en home y diez cuando actuaba en las bases (cincuenta y cuatro o cuarenta y cinco bolívares). Eso era en 1947.

¿Cuándo trabajaste con el béisbol profesional?

—Mi primer partido en la pelota grande de Cuba, fue en 1955. Y en catorce innings, el score quedó cuatro a cuatro.

¿Cuándo saliste de Cuba la primera vez?

—Casi en seguida.

¿Dónde?

—A Nicaragua. Iba a trabajar allí siempre en verano. Fui por cinco años seguidos. Fundé una academia para umpires en Managua y después, cuando había suficientes árbitros del país, me prohibieron la entrada por ser extranjero.

¿Te enojó eso?

—No. Creo que están en su derecho.

¿Dónde más trabajaste?

—En México. También en ese país fundé una academia para umpires. Y otra en Cuba.

¿Sabes cuántas temporadas has arbitrado?

—Cuarenta, con esta de Venezuela. Son dos por año, en invierno y verano.

¿Cómo te iniciaste en los Estados Unidos?

—En 1956. Ingresé a una academia de umpires en Daytona. Éramos doscientos sesenta y siete y tuve la suerte de terminar en el primer grupo, en el cual sola-mente quedamos dieciocho. Ese curso duró siete semanas.

¿Desde cuándo trabajas en los Estados Unidos?

—Desde la temporada pasada.

¿Por qué no antes?

—Estuve actuando en México desde 1958 y allí se juega en verano, es decir, al mismo tiempo que en los Estados Unidos. La Liga de Texas me había ofrecido trabajo. Sin embargo, es doble A, igual que la mexicana y no podía mudarme allá, según los Reglamentos del Béisbol Organizado.

¿Por qué pudiste ir al Norte en la temporada pasada?

— ¿No ves que fue a la Liga de la Costa del Pacífico? y esa es triple A. Ellos compraron mi contrato a México. Siendo una Liga superior, pueden negociar así.

¿Cuántos umpires latinoamericanos han llegado a la triple A?

—No, no...  Soy el primero.

¿Contento?

— ¡Claro!

¿Te sentiste bien?

—Mucho. El Presidente de la Liga del Pacífico y el Presidente de los umpires en esa zona, me dijeron que en menos de dos años, debo llegar a las Mayores.

¿A qué atribuyes tus éxitos?

— Mi carácter me ha ayudado mucho, con respecto a los peloteros y al público. Me ha ido muy bien siempre, tanto dentro como fuera del terreno. He tenido suerte.

¿Tuviste dificultades graves algunas veces?

—Me atrevo a decir que nunca.

¿No heriste una vez a un jugador?

—Bueno, sí. Fue a Dany Mc Devitt, le dí un caretazo.

¿Puedes contar cómo fue?

—Sí, como no. Mc Devitt era pitcher del Cienfuegos y le canté un balk. Eso ocurrió en el primer año de él en las Grandes Ligas, 1957, cuando jugó con los Dodgers, aún de Brooklyn.

¿Te insultó al cantarle el balk?

—Me dijo algunas groserías e insultos contra los latinoamericanos y lo multé con cincuenta dólares. Entonces me quiso agarrar por las piernas. Fue cuando le dí con la careta. Le tomaron doce puntos para suturarlo. La herida fue en la cabeza.

¿Aún están degustados

— ¡No, chico! somos amigos. Estuvo con los Dodgers hasta 1960, por lo que jugó tres temporadas en Los Ángeles. Después lo vendieron a los Yankees, con quienes comenzó en 1961. Pero terminó ese año con los Twins. Su última campaña fue en 1962 con el Kanas City.

¿Y dónde está él ahora?

¿Mc Devitt?

—Es umpire.

¿Umpire?

—Sí, claro.

¿Recuerdas el caso de Ken Harrelson aquí, en Caracas?

—Sí, sí, fue en un juego interligas, con República Dominicana y estaba lanzando Marichal. Harrelson llevaba dos strikes y le canté el tercero, porque me pareció bueno. Poco después Harrelson tiró un casco desde el dogout. Lo expulsó del juego. Entonces se me vino encima.

¿Le diste con la careta también?

—No. Con el puño derecho. Pero al terminar el partido hablamos y quedamos amigos. Por eso digo que no ha pasado nada grave.

¿Cuál es el pitcher que más te ha gustado de los que has visto desde tu posición, tras el catcher?

—El de más repertorio ha sido Mc Laniel, quien jugó en Cuba con Marianao y también con Almendares. Era un catedrático. A todos les lanzaba diferente. A cada bateador de una manera especial.

 ¿Y de los cubanos?

—Camilo Pascual. Para mí, Camilo ha sido el mejor de los de Cuba.

¿Qué dices de los lanzadores venezolanos?

—El Látigo ha progresado mucho. Es realmente otro, en comparación con el año anterior. Tiene una cosa buena, y es que ha dominado el cambio y ya no lo tira por el home, sino en zonas difíciles de conectar.

¿Molestan a los umpires los lanzadores novatos?

—No, en absoluto. Los catchers novatos, sí.

¿Por qué?

—Generalmente se paran antes del momento debido.

¿Qué opinión tienes de los umpires venezolanos?

—Aquí se trabaja con Reglas de hace tres años. Creo que los árbitros de Venezuela deben recibir clínicas. La Liga debería preocuparse por este y tener sus umpires bien preparados. Es parte del espectáculo.

¿Tú darías esas clínicas?

—Sí, cómo no. Varias veces he citado a los umpires, para dictarles las clínicas. Pero no van al estadio.

¿Y si después que dictes las clínicas ya no haces falta aquí?

—Eso es seguro. Ocurrirá como en Nicaragua. Pero no importa, todos debemos superarnos. Yo también.

¿Cierto que a media temporada, este año, pasaste una carta a la Liga, pidiendo algunas cosas?

—Es verdad.

— ¿Qué pedías?

Varios puntos, como evitar la confianza y los saludos entre jugadores de equipos antes o durante los juegos. Eso no es conveniente para el espectáculo. También exponía la necesidad de que en los dogouts no hubiera civiles, ni policías, ni bomberos. Esas son cosas de importancia para el lucimiento de los partidos.

— ¿Era más grande la carta?

—También reclamaba que los jugadores se cambian las camisas caprichosamente, sin avisar siquiera al anotador. Otra falla es, que hacen paper game contra las tribunas y eso está prohibido en todos los estadios del mundo. Las franelas de diferentes colores ha sido otra calamidad. En cualquier momento uno puede parar un juego, hasta que todos tengan los mismos colores en sus mangas. Y quien no cumpla tiene que ir fuera.

–¿Qué haces si alguien no quiere cambiarse?

–Le doy cinco minutos para que se quite la franela o para que se la cambie por una del color del equipo. Si no obedece, va fuera de juego.

–¿Cuántas veces has trabajado aquí?

 –Esta es mi quinta temporada en Venezuela. Pero la primera que estoy acompaña-do por mi esposa y mi hijo.

—¿Cuáles son los nombres de ellos?

–Hilda Pérez de Rodríguez y Armando quien tiene doce años. Por cierto que, cuando el juego es nocturno me esperan para cenar. Es una costumbre.

– ¿Y si es un extra-inning largo?

— ¡Pasan hambre!

–¿Cuándo saliste de Cuba por última vez?

–El trece de abril de 1961. Hace casi siete años.

– ¿Vives en México?

—Sí, en Veracruz.

— ¿Qué crees de la bola de saliva?

–De cada diez pitchers, ocho tiran la bola de saliva.

– ¿Se terminará eso con la nueva Regla?

–No. Casi ninguno se lleva la mano la boca para mojarse los dedos. Y lo único que prohíbe la Regla es que hagan contacto de los dedos con los labios o la lengua.

¿Cómo se ensalivan los dedos, entonces?

–De muchas maneras. Escupiendo el guante, escondiéndose grasa tras las ore-jas, en la cabeza, o en el mismo guante, ¡¿quién sabe. ..j?

–¿Para qué, entonces, la nueva Regla?

–Debe ser para aligerar los juegos. Los bateadores piden muchas veces "tiempo", siempre que el pitcher se lleva la mano a la boca, o cuando imaginan que lo ha hecho.

–¿Crees que hacen falta nuevas Reglas?

–Siempre se pueden hacer nuevas Reglas.

–¿Eres capaz de sugerir alguna?

—Sí... Que los parques tengan todos las mismas medidas de home a la pared límite.

–¿Qué medida sugieres? Doscientos cincuenta pies mínimos y trescientos cincuenta máximos.

—¿ En todas partes pitan a los umpires?

–No. A mí me han aplaudido.

—¿Dónde?

–En un sólo sitio: en Hawaii. Además, le ponen a uno un collar de flores.

–Cuando fuiste jugador, ¿tuviste alguna vez problemas con los umpires?

—¿Para qué dejaste esa pregunta de última?

—Porque si resulta una buena pregunta, cerrare con eso el reportaje. Bueno, un umpire cubano, de apellido Vidal, me botó dé un juego. Yo era leftfielder y dieron un batazo muy largo. Si la bola pasaba por debajo de la cerca, era un tubey de Regla, y no anotaba una carrera que era la del empate. Había un hombre en primera antes del batazo.

–¿Qué de malo hiciste?

–Tiré la pelota hacia afuera, para que quedaran hombres en segunda y tercera. Pero Vidal me cazó en la trampa. Vino la discusión, las palabras, el calor del juego y quedé expulsado. Por cierto, perdimos.

–¿Y al terminar en el play off venezolano?

–Me reportaré a Spring training de las Grandes Ligas.

–¿Y te quedarás arriba?

–Nadie lo sabe. Pero si no es esta vez, será más adelante. Pronto. Ya verán.

Tiene calidad para llegar allá. Y mucha personalidad. Como el mismo Armando lo dice, en el umpire es importante hasta la forma como camina en el terreno. Y él sabe hacerlo todo bien. Especialmente aparecer con una extraordinaria personalidad y con carácter enérgico, pero justo y comprensivo. Y es cierto, muy cierto, que Venezuela necesita umpires buenos. ¡Urgentemente!.